Hace unos meses, Quillette publicó un libro titulado Pánicos y persecuciones: 20 historias de excomuniones en la era digital.
Quillette, ese destacado sitio australiano de estilo clásico y liberal, ha estado dejando su huella durante más de cinco años, publicando ensayos y podcasts que desafían el sistema de creencias "progresista" reinante. Hace unos meses, Quillette publicó un libro titulado Pánicos y persecuciones: 20 historias de excomuniones en la era digital. Las historias contadas en su mayoría involucran ataques a académicos que han escrito cosas que ofenden a los bullies censuradores que dominan muchas de nuestras facultades y universidades.
Los editores del libro dieron con la verdad precisamente, y señalaron que la izquierda hoy en día no depende tanto del gobierno para reprimir argumentos no deseados, sino que subcontrata ese trabajo a bandas de fanáticos que se deleitan en acosar a personas que simplemente saben que son malas y merecen ser atacadas por cualquier medio posible. Es la mentalidad de la Inquisición española y las Brigadas Rojas: sin humor, intolerante, implacable.
Como muestran los cuentos del libro, no se necesita mucho para que la mafia entre en un frenesí. El antropólogo Napoleon Chagnon cometió el imperdonable error de referirse a una tribu nativa que estudió como "feroz", un término que iba en contra de la ortodoxia de que los pueblos indígenas siempre deben denominarse pacíficos y armoniosos. El profesor de ciencias de la computación de la Universidad de Washington, Stuart Reges, incurrió en la enemistad de la multitud de Guerreros de la Justicia Social allí por haber sugerido que la razón por la que hay relativamente pocas mujeres en ese campo es que la mayoría prefiere otros campos.
Ideas tan terribles como ésas no pueden debatirse, sino que deben suprimirse.
Di cualquier cosa que choque con la ortodoxia izquierdista y tu carrera puede arruinarse, como descubrió el biólogo Colin Wright. Disputó la noción de que el sexo es "un espectro" y, por lo tanto, se volvió tóxico. Al buscar un puesto en la facultad, un director de departamento le dijo que estaba perfectamente preparado, pero que no podía arriesgarse a contratarlo porque el departamento de recursos humanos de la escuela se enfadaría.
La civilización progresó como lo hizo en gran parte debido a las normas de tolerancia para diferentes ideas. Este libro nos advierte que estamos retrocediendo hacia el oscuro pasado de la superstición y la conformidad forzada.
Fuente: National Review