Indigenas alabaron al papa Francisco como si fuera un dios.

“Los hijos de la selva te alabamos, Señor. Los pobres y olvidados con ansias de ser libres”.

Con este cántico recibieron al papa unos 40 líderes, en su mayoría mujeres, de varias comunidades indígenas del Amazonas.

Francisco se sentó con ellos para escuchar sus vivencias y sus impresiones sobre el sínodo.

También recibió muchos regalos, detalles en agradecimiento por la convocatoria de la asamblea sinodal. Quizá uno de los obsequios más llamativos y simbólicos fue este.

El papa es indígena, el papa es amazónico”, le decían a Francisco después de haberse colocado plumas en la cabeza.

Durante el encuentro, el papa les explicó que el Evangelio es como una semilla que toma las características de la tierra en la que cae. Por eso, destacó la importancia de la inculturación para que los pueblos reciban el anuncio de Jesús con su propia cultura. Francisco también advirtió a estos líderes indígenas de los peligros de las nuevas formas de colonialismo.

Fuente: Rome Reports

Crisis en Ecuador: ¿qué hay detrás de la foto más emblemática de las protestas indígenas? (y por qué las mujeres son clave en este movimiento)

El 9 de octubre, día del paro nacional en Ecuador en contra de las medidas de austeridad del presidente Lenín Moreno, el fotógrafo David Díaz Arcos se encontraba en el Centro Histórico de Quito, cerca de una de las barricadas formadas por la policía y a pocos pasos, sin él saberlo, lo esperaba una de las fotografías de su vida.

"Me habían dado un perdigón en la pierna y por eso me retiro y empiezo a subir por una calle, un poco cojeando; cuando estaba a media cuadra la vi a ella parada, tal cual está en la foto, ella no posó para la imagen".

Ella era una indígena de la provincia de Cotopaxi, en medio de una nube de gas lacrimógeno, con una mascarilla cubriéndole su rostro.

David, fotógrafo documental desde hace ocho años y realizador audiovisual de profesión, hizo tres disparos con su cámara y luego se acercó a conversar con la mujer porque quería repetir la foto.

"Pero no hubo como, porque lanzaron más gas y salimos corriendo, ahí nos perdimos y no la volví a ver".

Él pertenece al colectivo fotográfico Fluxus Foto, que ha cubierto las marchas en la capital ecuatoriana, pero su imagen de esta mujer indígena fue enviada a la agencia de noticias Bloomberg, para la cual colabora, y de ahí llegó al Washington Post.

La fotografía se volvió inmediatamente uno de los retratos más emblemáticos de las protestas en Ecuador que comenzaron con la decisión del presidente de terminar 40 años de subsidios a los combustibles y terminaron este domingo con un acuerdo entre el gobierno y los líderes indígenas.

Para David, un apasionado de temas de derechos humanos, género y territorio, su foto muestra "el papel vital de la mujer indígena en la protesta, ya que ha estado en el frente de batalla tanto como los hombres".

Ese 9 de octubre yo estaba a pocas cuadras de David, cubriendo por primera vez como periodista una protesta indígena, y mi mayor asombro era justamente ver a cientos de mujeres marchar por el centro de Quito, muchas con sus niños a cuestas, y todas con sus blusas bordadas, sus faldas y sus pañuelos.

Ese cuidado en su apariencia no desentonaba en absoluto con la determinación que revelaban en sus declaraciones.

"Vamos a resistir hasta lo último, nosotras somos madres, mujeres e hijas, que estamos viniendo de las diferentes provincias del país para reclamar que el Estado, abusando de su poder, no venga a matar a nuestra gente, eso no vamos a permitir", me dijo Marta Chango, originaria del pueblo salasaca y coordinadora provincial del movimiento político Pachakutik en la provincia de Tungurahua.

Pero la presencia activa de tantas mujeres en las marchas indígenas en Quito no sólo sorprendió a los corresponsales extranjeros sino también a algunos ecuatorianos.

"El prejuicio dominante en Ecuador nos dice que los indios pegan a las mujeres, que el indio es machista y la mujer sometida, ese es el criterio hegemónico", le dice a BBC Mundo Adriana Rodríguez, profesora de Derecho la Universidad Andina y especialista en derechos humanos de los pueblos indígenas.
"Yo creo que las imágenes que han salido en estos días de resistencia, imágenes súper fuertes, posicionan a nivel social quiénes son las mujeres indígenas, que han estado históricamente al frente de la reivindicación de sus derechos", añade.

Mariana Yumbay es miembro activo de las organizaciones indígenas CONAIE y ECUARUNARI desde los 14 años, y hoy tiene 46. "Casi toda una vida", dice esta mujer de la comunidad Llama Corral, ciudad de Guaranda, provincia de Bolívar.

"La mujer indígena, hasta la actualidad, sufre una triple vulneración a sus derechos: por ser mujer, por ser indígena y por ser pobre. Las cifras oficiales muestran que la mujer indígena sigue siendo parte de ese nivel alto de pobreza. Igual es víctima de la violencia psicológica, sexual, física y cultural", explica a BBC News Mundo desde Quito, adonde ha marchado para protestar.

Cuando le pregunto por qué marchan con sus ropas de gala, me responde que la mujer es la guardiana de la cultura, de todo lo que implica la identidad cultural, y parte de esa identidad es el uso de la vestimenta.

"Yo misma uso mi sombrero, uso mi anaco (la falda), uso mi bayeta (el chal), mi collar, mis blusas bordadas. No es que nos despojamos de nuestra vestimenta para ir a la marcha. Y como es la ciudad, obviamente las mujeres vienen con sus mejores trajes para participar en esta lucha".

Otro elemento que diferencia a los hombres y a las mujeres indígenas en las marchas es que ellas cargan a sus niños, generalmente a la espalda, envueltos en la ropa de la madre.

"Muchos no entienden que llevemos a nuestros niños pequeños y nos cuestionan por qué no los dejamos en la casa, pero eso es no entender la realidad de los pueblos indígenas", le explica Mariana Yumbaya BBC News Mundo.

Ella señala que para la madre indígena hay una relación muy íntima con el bebé: que dejar al niño en la guardería está fuera de la cosmovisión de sus pueblos -"no está previsto en nuestro mundo encargar a otra persona el cuidado del niño"- y que tampoco están las condiciones como para decirle a una ayudante "a ver me cuida el bebé hasta yo volver de la marcha".

El historiador Franklin Cepeda le indicó a BBC News Mundo que los levantamientos indígenas comenzaron en esta región de los Andes mucho antes de que el Ecuador se constituyera como Estado, "pero ya en lo que viene a ser la República, hay levantamientos a inicios del siglo XIX, en 1803, que van anunciando posteriores levantamientos en el Ecuador como tal".

Pero Cepeda indica que no hay que idealizar el rol de la mujer indígena: "Yo vivo en Riobamba y hay quejas sustentadas de mujeres campesinas que son llevadas a las marchas porque están amenazadas con, por ejemplo, el retiro del servicio de agua para el regadío; pueden ser casos excepcionales, pero hay mucha división, no es que el indígena en el Ecuador tiene una condición monolítica".

Fuente: BBC

Quién está al mando de los sindicatos indigenas?

Las protestas, que convocaron a comunidades indígenas de todo el país, no son un buen presagio para el débil gobierno actual. Moreno llegó al poder de la mano del movimiento Alianza País, que gobierna Ecuador desde 2007 (una década con Rafael Correa y dos años con Moreno, electo hasta 2021). El actual presidente, que fue vicepresidente de Correa entre 2007 y 2013, empezó a distanciarse de su antiguo coideario en julio de 2017, menos de dos meses después de tomar posesión. El distanciamiento terminó en una ruptura política definitiva tras la cual Moreno se quedó con la organización política fundada por Correa y la militancia se dividió entre correístas y morenistas.

Moreno acusa al expresidente, autoexiliado en Bélgica y con varios procesos penales abiertos en Ecuador, de estar detrás de las protestas que ponen en jaque la estabilidad del país. Y el morenismo también acusa a las organizaciones indígenas de “hacerle el juego” al exmandatario.

En Ecuador aún se recuerda la fuerza que tuvo el movimiento indígena a finales de los años noventa y a principios de los 2000, y su rol protagónico en las manifestaciones que concluyeron con el derrocamiento de los presidentes Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez.

Tras el anuncio de una serie de medidas económicas, en enero de 1997, el gobierno de Bucaram obtuvo la respuesta de miles de indígenas que protestaron con cierres de vías y barricadas en Quito. Días después Bucaram fue destituido y huyó del país. Algo similar ocurrió con Mahuad en enero de 2000, cuando varios líderes indígenas entraron a la sede del Congreso Nacional y fueron posteriormente respaldados por un grupo de militares insurrectos. Mahuad tuvo que abandonar el Palacio Presidencial. Una historia similar viviría Lucio Gutiérrez cuatro años después.

Han pasado 15 años desde ese convulso período pero la población y los políticos saben qué sucede cuando las organizaciones indígenas protestan. La última vez que marcharon hacia Quito fue en agosto de 2015, en la llamada Marcha por la Vida y la Dignidad. Correa gobernaba el país y varias organizaciones anunciaron un paro nacional.

Correa intentó minimizar la protesta indígena y cuestionó su legitimidad: “Empiezan una marcha que en realidad es una caravana motorizada. Se creen república independiente; se dicen ancestrales y creen que pueden someter a todo el mundo. Se les acabó la fiesta”.

Tras ocho años de gobierno, la relación entre Correa y el movimiento indígena se había resquebrajado. En 2006, cuando el entonces candidato sin partido se enfrentaba en segunda vuelta electoral con el empresario Álvaro Noboa, el brazo político del movimiento indígena, Pachakutik, respaldó la candidatura presidencial de Correa. Tras ganar, tomó posesión simbólica en una comunidad indígena.

El acuerdo duró poco. Tras la aprobación de la Constitución de Montecristi, proyecto emblema de Correa, empezó el distanciamiento que llegó a ruptura cuatro años después, cuando varias organizaciones se reunieron en la misma comunidad para retirarle el bastón de mando que le habían entregado el día de su posesión. Correa había incumplido con los pueblos indígenas, decían.

Pero Correa había logrado dividir a las organizaciones entre aquellos que estaban con él y quienes lo cuestionaban. En 2015, mientras la marcha indígena fue reprimida en su intento de llegar al Palacio de Gobierno, otra facción del movimiento llegó sin dificultades para respaldar al gobierno. Correa hoy está en el autoexilio.

Ya en el gobierno de Lenín Moreno, el movimiento indígena puso como condición para cualquier diálogo que haya 20 indultos y 117 amnistías para sus líderes, criminalizados durante el gobierno de su predecesor. Moreno indultó a siete líderes, El descontento permaneció silencioso y estalló finalmente con las medidas que el presidente anunció este mes.

Moreno sabe que la historia no se puede ignorar. La protesta no se puede silenciar mirando para otro lado, incluso a pesar de actos vandálicos por parte de manifestantes que no se identifican con el movimiento indígena. Y el gobierno parece haber aprendido esa lección pues ya anunció que la Organización de Naciones Unidas, la Iglesia Católica y las universidades actúan como mediadores en la búsqueda de un diálogo con las organizaciones indígenas.

Fuente: Washington Post