La corrección política, en su tendencia expansiva, también ha invadido a las iglesias luteranas, que atraviesan una situación de crisis de notable gravedad. Ejemplo de ésta es la más reciente decisión adoptada por la Iglesia de Suecia, que ha ordenado sustituir los términos ‘Él’ y ‘Señor’ como forma de designar a Dios.

El propósito de esta medida es construir una fe más inclusiva; no asociar a Dios con el sexo masculino. De esta manera, y a pesar de las críticas internas y de organizaciones como la Academia Real Sueca y de muchos de sus pastores, la Iglesia sueca ha alterado su manual, un libro en el que se establece cómo se deben conducir los servicios, bautismos, funerales y comuniones en lo que a lengua, liturgia, teología se refiere.

DIOS “MADRE Y PADRE”, JESÚS “HERMANO Y HERMANA”

En cualquier caso, la reforma no se reduce a la eliminación de los términos ‘Él’ y ‘Señor’. A partir de ahora, en las celebraciones litúrgicas y en las oraciones, los creyentes deberán referirse a Dios como ‘Madre’ además de como ‘Padre’. Con afán de ilustrar el alcance de estos cambios, mencionamos esta plegaria:

‘Dios, la Santísima Trinidad, Padre y Madre, Hijo – Hermano y Hermana – y Espíritu, Salvavidas e Inspirador, guíanos a la profundidad de tu riqueza, sabiduría y conocimiento’.

Sofia Canmerin, cabeza de la Iglesia Ecuménica de Suecia, ha defendido tanto el ‘lenguaje inclusivo’ como la medida adoptada, que, según ella, ‘está basada en la conciencia de diferentes tipos de discriminación y desigualdad’. En esta línea, arguye que designar a Dios con el sustantivo ‘Señor’ es opresivo para la mujer: ‘Referirse a Dios como Señor consolida las jerarquías de género y la subordinación de la mujer en un contexto occidental, blanco y feminista’.

CRÍTICAS A LA DECISIÓN

Lejos de haber suscitado un consenso unánime, esta decisión ha sembrado cierta división en la propia Iglesia de Suecia. Así, algunos de sus líderes, hombres y mujeres, han expresado públicamente su rechazo a la eliminación de los términos ‘Señor’ y ‘Él’ como forma de designar a Dios. Es el caso de la pastora Helena Edlund, quien ha acusado a la Iglesia de exhibir ‘una total falta de voluntad de escuchar las críticas’.

En este sentido, Edlund ha advertido del riesgo de ir introduciendo pequeños cambios en realidades concretas: ‘El peligro es que no consigamos percatarnos de los pequeños cambios y, después de un tiempo, nos encontremos a nosotros mismos en medio de cambios drásticos que nunca habríamos aceptado si se nos hubiesen impuesto de forma inmediata’.

Con afán de explicar mejor su reflexión, Edlund ha puesto un ejemplo:

“Era inverosímil pensar, hace cinco años, que en el futuro oraríamos ‘Nuestra madre, que está en el cielo…’ en las iglesias. Hace unos años, esto era tildado de ‘imposible’, pero el nuevo manual lo torna posible’.

Fuente: Noticias Del Fin