Expertos y portavoces del Vaticano han confirmado que la Iglesia Católica liderada por el papa Francisco pretende firmar un acuerdo con China calificado de "histórico", que supondría una significativa rehabilitación de las relaciones bilaterales, rotas desde 1951.

El posible pacto, que se lleva gestando por medio de reuniones secretas desde 2014 -según Anthony E. Clark, un especialista en la historia de esta religión en la nación asiática-, ha suscitado las críticas de algunos destacados miembros de esta fe como el obispo emérito de Hong Kong, Joseph Zen, que ha advertido que dicha decisión supondría "rendirse ante el poder de un Gobierno ateo".

Según Francesco Sisci, profesor de la Universidad Renmin de China y un estudioso de los vínculos entre el Vaticano y la nación asiática, las actuales negociaciones están dirigidas a firmar un "concordato" entre ambas partes en el que Pekín "reconocería la autoridad suprema del obispo de Roma sobre la vida religiosa de los católicos y China a su vez detentaría la autoridad sobre las cuestiones civiles".

"Es un avance sin precedentes", añadió en una reciente reunión con periodistas extranjeros en Pekín.

Roma y el PCCh han mantenido una larga serie de desencuentros desde la expulsión del nuncio apostólico en 1951, que volvieron a agravarse en 2010 tras el nombramiento de obispos apoyados por Pekín. El Vaticano llegó a acusar a la Iglesia Patriótica de constituir "una dolorosa herida" en el seno de esta confesión y apadrinar "una grave violación de la disciplina católica". El papa Benedicto XVI advirtió que la CCPA era una institución "incompatible con la doctrina católica".

Sin embargo, el ascenso de Francisco al liderazgo de esta fe en 2013 supuso un significativo giro en ese escenario, que ya quedó de manifiesto con la reactivación del diálogo un año más tarde y casos tan significativos como la ordenación en 2015 del obispo Joseph Zhang Yinlin de Anyang, en la provincia de Henan, o la más reciente de Peter Ding, en Changzhi, en la región de Shanxi, con el beneplácito de ambos sectores.

El pasado octubre, el obispo de Roma se refirió a los contactos bilaterales y dijo que se desarrollaban "lentamente" para añadir: "Pero las cosas que van lentamente son algo bueno. Lo que va muy rápido no lo es. El pueblo chino dispone de mi más alta estima".

El clérigo belga Jeroom Heyndrickx, una de las figuras más implicadas en el actual intercambio de opiniones, aseguró en octubre que el "concordato" supondrá que "algunos de los obispos ilegales -los 8 nombrados por Pekín- dejarán de serlo y se les otorgará un nombramiento". Heyndrickx anunció que el último tramo de estas negociaciones podía quedar zanjado durante el presente mes.

El convenio no llegaría hasta el punto de reactivar las relaciones diplomáticas ante el escollo insalvable que supone de momento el reconocimiento que mantiene el Vaticano sobre Taiwán, un asunto que, según Sisci, ha quedado al margen del diálogo.

Aunque el profesor italiano enfatiza que el espíritu del pacto es "mucho más amplio", los detalles sobre el nombramiento de obispos se han convertido en el auténtico eje central del posible compromiso. El máximo referente religioso de la Iglesia católica en Hong Kong, el cardenal John Tong Ho, admitió en agosto que las dos partes habían legado a un acuerdo preliminar en este sentido basado en el modelo adoptado por el Vaticano en Vietnam en 2011.

Allí, el papa suele designar a los obispos a partir de una lista de candidatos que recibe previamente el visto bueno de las autoridades comunistas locales.

Las reticencias al tratado no provienen sólo de los sectores católicos. Las facciones más conservadoras del Partido Comunista Chino no han cesado de expresar su oposición a cualquier influencia foránea en la fe de los ciudadanos chinos que pueda poner en cuestión su lealtad al poder central. En julio, el Diario del Pueblo, órgano de expresión del PCCh, exigió que los creyentes "resistan el control de una versión extranjera de la misma religión" en un mensaje dirigido expresamente a los católicos, según Global Times.

Fuente: El Mundo

Desde que el presidente chino Xi Jinping llegó al poder a finales de 2012, dijo Freedom House, la escala de la opresión religiosa ha aumentado en todos los niveles de la sociedad, a pesar de la amplia resistencia de los creyentes de todas las bandas.

"La escala y la severidad de los controles sobre la religión y la trayectoria de la creciente persecución y retroceso están afectando a la sociedad y la política chinas más allá del ámbito de la política religiosa", dijo la investigadora Sarah Cook en un comunicado.

La práctica religiosa en China está estrechamente controlada por el gobierno, con las cinco religiones reconocidas, el budismo chino, el islamismo, el catolicismo, el protestantismo y el taoísmo, supervisadas por organizaciones oficiales como el Movimiento Patriótico de Tres Patrios Protestante o la Asociación Budista de China.

"Los lugares de culto están registrados, los líderes religiosos son monitoreados, el contenido teológico es administrado, y fiestas anuales o peregrinaciones como el Hajj musulmán se organizan bajo auspicios oficiales", dijo Freedom House.

Se estima que hay entre 72 y 92 millones de cristianos en China, el segundo grupo religioso más grande detrás de los budistas chinos.

La mayoría de ellos no están afiliados a las iglesias oficialmente sancionadas. Más de la mitad de los protestantes no están registrados, según Freedom House.

Según la ONG cristiana ChinaAid, con sede en Estados Unidos, esto los deja vulnerables a la opresión y al abuso. Sólo en la provincia de Zhejiang, el grupo ha documentado la demolición forzada de más de 20 iglesias protestantes y católicas, y la eliminación de más de 1.000 cruces en los últimos años.

Freedom House dijo que los protestantes habían sido "particularmente afectados por las campañas de eliminación cruzada y de demolición de iglesias, el castigo de líderes sancionados por el estado y la detención de abogados de derechos humanos que se ocupan de los casos de cristianos."

Mientras que la situación ha empeorado para los protestantes, las relaciones entre el Vaticano y Pekín están en su nivel más fuerte en años.

Fuente: CNN

El cardenal John Tong dice que el acuerdo pondrá fin a una "crisis de división" entre las iglesias oficiales y las clandestinas.

China y el Vaticano han llegado a un consenso sobre el nombramiento de los obispos, lo que conducirá a la resolución de otros problemas pendientes, dijo el cardenal de Hong Kong, John Tong.

En una carta publicada el jueves, el cardenal Tong señaló que China y el Vaticano tienen intereses diferentes, por lo que priorizarán los problemas restantes de manera diferente.

Fuente: Catholic Herald