El P. Gabriel Amorth, sacerdote exorcista de la diócesis de Roma (Italia) y uno de los más conocidos del mundo, aseguró que cuando menciona a Juan Pablo II y a Benedicto XVI, los demonios llegan al punto de llorar y suplicar que no los nombre más.

El informativo italiano La bussola quotidiana difundió un extracto del más reciente libro de Amorth, titulado "El último exorcista – Mi batalla contra Satanás", en el que el sacerdote asegura que al nombrar "a Juan Pablo II, los demonios escupen rabia. Otros tiemblan. Otros lloran y suplican que no lo nombre más. Y esto también sucede con Benedicto XVI".

"Cada gesto de Joseph Ratzinger, su liturgia, son un poderoso exorcismo contra la furia del demonio".

En el libro, escrito junto al vaticanista Paolo Rodari, Amorth señaló que "Satanás ataca sobre todo al Papa. Su odio por el sucesor de Pedro es feroz. Lo he experimentado en mis exorcismos".

El exorcista católico además dijo que:

"La muerte de Jesús es la victoria de Satanás. Una victoria aparente, porque en realidad con la Resurrección es Cristo quien triunfa. Pero su victoria no elimina el mal. No elimina la presencia del dragón, la bestia, Satanás. Éstos todavía permanecen, pero desde la venida de Cristo el hombre tiene la certeza de que, si confía en Él, puede vencer. A pesar de las dificultades de la vida puede vencer a la muerte".

Fuente: ACI Prensa


Comentario:

Satanás y sus ángeles caídos únicamente tiemblan con el nombre de Jesucristo (Lucas 10:17), pues el Hijo de Dios, viniendo a la tierra como hombre, es el único ser humano que no cometió pecado.

Por esta razón, hasta el mismo Satanás se vio obligado a confesar:

"Déjanos, ¿qué tenemos contigo Jesús Nazareno? ¿has venido a destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios." (Lucas 4:34)

Es una vil mentira pretender que Satanás y su hueste pudieran temblar ante otro nombre fuera de Cristo Jesús.

Jesucristo es la piedra fundamental, la roca verdadera de la iglesia, y en ningún otro puede haber paz ni salvación. Escrito está.

"Sea notorio a todos vosotros, y a todos el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, al que vosotros crucificasteis y Dios le resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.

"Este es la piedra reprobada de vosotros los edificadores, la cual es puesta por cabeza del ángulo.

"Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." (Hechos 4:10-12)

Es también una vil mentira decir que "La muerte de Jesús es la victoria de Satanás." Cristo fue TRES VECES VENCEDOR:

  1. VENCEDOR EN LA VIDA
  2. VENCEDOR EN LA MUERTE
  3. VENCEDOR EN LA RESURRECCION

Después de que Cristo venció en la vida: vivió una vida de obediencia perfecta y perpetua a la ley, dijo victoriosamente:

"Confiad, yo he vencido al mundo. (Juan 16:33)

Pues venció al pecado, a pesar de las muchas tentaciones y trampas de Satanás. Venció a Satanás en su propio terreno.

Y antes de dirigirse al Getsemaní declaró:

"Yo te he glorificado en la tierra: he acabado la obra que me diste que hiciese." (Juan 17:4)

Esa "obra" era la OFRENDA: su vida de obediencia perfecta y perpetua a la ley. Este era un medio que Cristo necesitaba para poder ingresar el Santuario Celestial; pero todavía faltaba el segundo medio que era la SANGRE.

La ofrenda era necesaria para la justificación, mientras que el sacrificio era necesario para el perdón de los pecados, pues "sin derramamiento de sangre no se hace remisión" (Hebreos 9:22).

Después de haber salido victorioso en la vida, nuestro Señor Jesús se dirigió al Getsemaní para decidir ser el Garante y Sustituto del hombre en la muerte segunda.

"Cristo asumía ahora una actitud diferente de la que jamás asumiera antes... Como substituto y garante del hombre pecaminoso, Cristo estaba sufriendo bajo la justicia divina. Veía ahora lo que significaba la justicia." {DTG 637.4}

Satanás acudió también al Getsemaní para su última batalla contra nuestro Redentor. Sabía bien Satanás que si Jesús se hacía el Garante y Sustituto del hombre caído, entonces la suerte del Diablo y toda su hueste estaba decidida.

"En el desierto de la tentación, había estado en juego el destino de la raza humana. Cristo había vencido entonces. Ahora el tentador había acudido a la última y terrible lucha, para la cual se había estado preparando durante los tres años del ministerio de Cristo. Para él, todo estaba en juego. Si fracasaba aquí, perdía su esperanza de dominio; los reinos del mundo llegarían a ser finalmente de Cristo; él mismo sería derribado y desechado. Pero si podía vencer a Cristo, la tierra llegaría a ser el reino de Satanás, y la familia humana estaría para siempre en su poder.

"Satanás le decía que si se hacía garante de un mundo pecaminoso, la separación sería eterna. Quedaría identificado con el reino de Satanás, y nunca más sería uno con Dios." {DTG 637.5}

Satanás, en el Getsemaní, intentó desanimar a Cristo, para que no sea nuestro Garante y Sustituto en la muerte segunda, de mil maneras. Le dijo a Jesús que iba a quedar para siempre separado de Dios, que sus discípulos le iban a dejar solo, que Pedro le iba a negar, que Judás le estaba traicionando, que les dijo que velasen y sin embargo estaban durmiendo, etc.

Pero en su peor momento de agonía, Dios Padre le envía un ángel para fortalecerlo (Lucas 22:43), y para mostrarle lo que sería de nuestra raza caída si Cristo no se sacrificaba por nosotros.

"Ve que los transgresores de la ley, abandonados a sí mismos, tendrían que perecer. Ve la impotencia del hombre. Ve el poder del pecado. Los ayes y lamentos de un mundo condenado surgen delante de él. Contempla la suerte que le tocaría, y su decisión queda hecha. Salvará al hombre, sea cual fuere el costo. Acepta su bautismo de sangre, a fin de que por él los millones que perecen puedan obtener vida eterna." {DTG 624.1}

En el Getsemaní, Cristo volvió a derrotar a Satanás.

Y posteriormente Cristo resucitó victorioso de la tumba, el Hades no pudo prevalecer contra Él (Mateo 16:18; Hechos 2:27-31; Apocalipsis 1:18), pues en Él no había pecado (1 Pedro 2:22; Filipenses 2:8).

Cristo fue un vencedor en la vida, en la muerte y la resurrección.

Gloria a Dios.